lunes, 4 de febrero de 2008

CONFERENCIA DE MIGUEL REQUENA 16/01/2008

En el mundo antiguo es muy frecuente que se den problemas, tales como una mala cosecha, que conlleva hambrunas, enfermedades y muertes. En el mundo antiguo se creía que todos estos hechos eran provocados por los dioses.

El temor a los dioses era absoluto, ya que éstos podía ser crueles y caprichosos, y por eso podían llegar a enfadarse y provocar algunos de estos desastres. En el mundo antiguo el miedo a los dioses era una constante; la divinidad estaba por encima de todo, por esta razón se honraba a los dioses, que se hacía mediante ritos. Con todo este proceso se establece con los dioses la PAX DEUM ó DEORUM: la paz con los dioses. Una vez establecida l paz con los dioses la vida será pacífica y sin problemas, pero si esta paz se romper por cualquier circunstancia habrán problemas en la vida de los humanos.

Para establecer la PAX DEUM se ha de cumplir bien el ritual de los dioses paganos. El calendario es el que fija la relación festiva con los dioses. Cualquier fallo ritual provocará el enfado de los dioses; cuando se rompe la PAX DEUM los dioses abandonan a los humanos y empiezan a aparecer los problemas.

Los romanos hacen una división entre dos categorías de dioses:

- dioses celestes: Júpiter, Marte, Apolo, Afrodita, etc.

- dioses infernales: son los que viven en el submundo, Plutón, Perséfone,…

Es donde habitan todos los muertos.

Toda persona que muere pasa a ser un dios infernal, son los dioses manes, DIIS MANIBUS, que tienen las mismas ceremonias que los dioses tradicionales. A los dioses infernales se les sacrifica igual que a los dioses del Panteón tradicional. Cuando un emperador muere también pasa a ser una divinidad. Son daimones: espíritus de personas que han muerto; en el mundo antiguo todos somos dioses.

En el mundo antiguo la muerte es algo dramático. Cuando alguien muere de causas naturales y se le entierra conforme la tradición, pasa a ser un dios y descansa en el infierno para siempre. En infierno es la parte inferior, donde se entierra a la persona. Se dan varios casos en los cuales la persona que muere no descansa en el infierno:

1- Si no recibe los ritos funerarios tradicionales: permanece como un espíritu maligno (lemur) en el mundo de los vivos. Si no se le entierra no puede descansar. Es una divinidad que causará problemas, persiguiendo a su familia: es necesario para el culto familiar y será la encargada de enterrar al padre de familia y de los sacrificios de sangre.

2- Esa persona que haya muerto antes de lo establecido por las parcas, no descansará hasta que cumpla la edad a la que debería morir. El muerto descansará en paz si se le entierra completo, con todas sus partes del cuerpo.

3- Si la causa de la muerte había sido el asesinato, una forma violenta, el fallecido no descansaba. Esto sucedía en el campo de batalla. Toda aquella persona a la que se mataba era una divinidad que perseguiría a su asesino. Por esta razón se le tiene un gran miedo a los espíritus en el campo de batalla. El ejército ha de defenderse de los espíritus que los persiguen.

Del período que va desde la muerte hasta el entierro pueden aparecer las brujas. Es en este período cuando se hace uso de la necromancia, adivinación mediante los muertos, y su uso es para hacer el mal a alguien. Las brujas querían apropiarse de los espíritus. Por esta razón los cementerios se rodean. Es la muralla que separa el mundo de la ciudad que protegen los dioses del mundo exterior, plagado de dioses malignos. La muralla del cementerio ejerce protección del espíritu maligno, ya que el fallecido puede ser atacado por éstos. El espíritu maligno puede hacer daño tanto a la persona viva como el espíritu aun no enterrado.

Son dos las instituciones que nos hacen ver el miedo que tenían los ejércitos de los espíritus malignos:

1- El Trofeo (tropaeum)

Con los expolia del ejército vencido se construye un monumento: en principio las armas eran colocadas en un árbol. Más adelanta cambian. Este monumento se levanta en el lugar de la victoria, en caso de batalla naval en el lugar más cercano en tierra. Tiene como objetivo marcar una victoria. En torno al trofeo se hace un círculo, con la función de neutralizar los espíritus malignos de quienes han muerto en el campo de batalla. Se fijan en un punto los espíritus caídos: un punto fijo con el círculo alrededor, para que no se puedan mover y no les persigan. El círculo tenía la función de encerrar para proteger.

2- Triunfo

Es el honor más grande a un general. La entrada del general victorioso a Roma: un nuevo Júpiter Imperator. Es el Senado el que aprueba la ceremonia del Triunfo. El ejército vencedor entra por las puertas de la ciudad, Campo de Marte, purificándose, lustrándose, limpiándose de la sangre que portan y llevan consigo de los espíritus malignos de quienes han matado. No se puede entrar en la ciudad “manchado”. Se entra a la ciudad por la puerta del triunfo. Es la puerta que romper el círculo protector. El Arco del Triunfo protege la entrada de la ciudad. Los animales fantásticos sirven para rechazar lo malo. El ejército romano entra por el Arco del Triunfo ya purificado y lustrado. El general victorioso genera envidia o fascium, son constantes los insultos al general, que se hacen en sentido apotropeo para rechazar lo malo, ya que existe temor a los lemures que pululan por ahí.

Antes de ir a batalla se ha de consultar primero a los dioses; si se rompe la PAX DEUM causará el rechazo de los dioses. Para saber si se debía iniciar una batalla tenían lugar los Prodigios. Los prodigios son fenómenos anormales. Los ejércitos romanos poseían jaulas con pollos sagrados: salen de la jaula y depende de cómo coman grano iniciaran o no batalla, si comen bien el grano es un buen presagio, pero si por el contrario no comen es un mal presagio. Para tener a su favor la voluntad de los dioses ha de realizar sacrificios. El animal ha de aceptar el sacrificio: si pone el cuello y cae es un presagio bueno, si el animal no acepta se convierte en un mal presagio. Las víctimas son necesarias para los sacrificios. Como ejemplo tenemos la Batalla de Trasimeno: Flaminio no hace caso de los prodigios e inicia batalla, la cual resultará sangrienta.

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